Con más de siete mil kilómetros de litoral, Brasil, el mayor país de América del Sur ofrece a los visitantes opciones playeras para todos los gustos. Las piscinas naturales son formaciones privilegiadas que por su ubicación, aguas calmas y transparencia conquistan a turistas de todas las edades. Algunas de las más lindas, a continuación.
 
1.- Barra da Lagoa, Florianópolis (Santa Catarina)
 
Poco conocidas incluso por los residentes de Florianópolis, las piscinas naturales de Barra da Lagoa son un verdadero hallazgo. Ocultas entre Prainha da Barra y Galheta, las piscinas son en realidad una «grieta» en la costa, donde en días de mar sin olas  el agua es cristalina y tranquila. No hay arena en el lugar, por lo que hay que saltar de las rocas para meterse en el agua.
 
2.- Cachadaço, Paraty (Río de Janeiro)
 
La piscina natural de Cachadaço es una de las atracciones más famosas de Paraty, y una parada obligatoria en el pueblo de Trindade, a 24 kilómetros del centro histórico de la ciudad colonial. Formada por un área de mar protegida por grandes piedras, la piscina es poco profunda, generalmente no excede un metro, y por lo tanto es adecuada para toda la familia. También vale la pena animarse al snorkel y descubrir la abundante vida marina de la región.
 
 
3.- Porto de Galinhas (Pernambuco)
 
Las piscinas naturales de Porto de Galinhas son una postal célebre del noreste de Brasil y el sueño de consumo de muchos viajeros. Formadas entre los arrecifes de coral durante la marea baja, las piscinas son un refugio para innumerables especies de peces de colores que se alimentan cerca de los visitantes, a simple vista y sin necesidad de máscaras de buceo. Cualquiera que visite este paraíso en la costa sur de Pernambuco no puede dejar de dar un paseo en jangada (las balsas tradicionales del lugar), seguido de un chapuzón. Las multitudes -en temporada alta- pueden ser una complicación para el paseo: conviene programar la visita al amanecer.
 
4.- Lagoa Azul, Presidente Figueiredo (Amazonas)
 
Conocido como «Terra das Cachoeiras», Presidente Figueiredo es uno de los destinos más bellos de Amazonas. Entre sus atracciones naturales, destaca la Laguna Azul, ubicada en un área privada, en la comunidad de Nova Esperança y a casi dos horas de Manaos. Pequeño, de unos 2,5 metros de profundidad, funciona de febrero a agosto. Sus aguas tienen un hermoso tono azul, originario del acuífero de Guyana, que fluye en varios puntos del municipio.
 
 
5.- Chapada dos Veadeiros (Goiás)

Hay mucho que ver y explorar en Chapada dos Veadeiros, en Goiás, a unas tres horas en auto desde Brasilia. El complejo de 1.600 metros de altura abarca, por ejemplo, más de 300 cascadas dispersas en diferentes localidades dentro del parque, Entre ellos, Alto Paraíso, considerado la puerta de entrada a Chapada. Hay varias granjas con impresionantes paisajes naturales, senderos para adentrarse en la vegetación y manantiales entre rocas gigantes. Advertencia: en julio -época de vacaciones- la visita es perfecta porque casi no llueve, pero la amplitud térmica puede sorprender. Conviene llevar abrigo.

 
6.- Maragogi (Pernambuco)
 
Otro clásico del noreste es la famosa Costa dos Corais, una barrera coralina que se extiende por las costas de los estados de Pernambuco y Alagoas. Maragogi tiene paisajes impresionantes; ubicada a 125 km de Maceió, su principal atractivo son las piscinas naturales de Maragogi, que se encuentran en tres áreas abiertas a los visitantes: Galés, Taocas y Barra Grande. Obligatorias son la contemplación de los paisajes, snorkel, practicar remo de pie o simplemente disfrutar de sus aguas cristalinas. Un poco más al sur, por la Costa dos Corais, es recomendable el paseo a las piscinas de Punta do Mangue y Praia Antunes, de postal.
 
7.- Lençoes Maranhenses (Maranhão)
 
Imperdible destino brasileño, con sus cientos de kilómetros de dunas de arena dorada en las cuales se forman lagunas temporales de agua verde y azul. Las 155.000 hectáreas del Parque Nacional Lençoes Maranhenses incluyen no menos de 70 kilómetros de playas desiertas.
 
 
 
8.- Pajuçara (Maceió)
 
Es fácil entender por qué Pajuçara es una de las playas más famosas de Maceió. Además de una buena infraestructura para toda la familia, ofrece un paisaje espectacular, cuyo buque insignia son las piscinas naturales de Pajuçara. Están a dos kilómetros de la costa, con derecho a un paseo en jangada, y sus aguas cristalinas son una invitación al descanso en comunión con la naturaleza. 
 
 
 
9.- Gruta del Lago Azul (Mato Grosso do Sul)
 
Paraje único, considerado patrimonio nacional por el gobierno de Brasil y ubicado en Bonito, la localidad de ecoturismo más cotizada del momento. Plagada de estalactitas y estalagmitas, la gruta tiene un lago que emite un azul tan vívido que parece ilusión óptica. En realidad el agua es cristalina, pero el efecto del sol dentro de la cueva, sumado a la composición del agua rica en calcio y magnesio, es responsable del efecto final. Los guardias ambientales imponen límites estrictos al número de visitantes (300 por día, divididos en cuatro grupos), y los turistas están obligados a emprender una 290 escalinatas para acercarse. Para evitar el impacto ambiental, no se permite bañarse en el lago.
 
10.- Bahía dos Porcos, Fernando de Noronha (Pernambuco)
 
Considerado Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco, el archipiélago de Fernando de Noronha está formado por 21 islas e islotes. La Bahía dos Porcos, la de Leões y la Bahía de Sancho han sido electas varias veces entre las mejores del planeta por publicaciones especializadas, y los amantes del buceo encuentran allí destino ideal. Ubicada entre cerros, la bahía se forma en una confluencia de aguas cristalinas, arena dorada y piedras volcánicas; bajo el agua las tortugas marinas y cardúmenes suelen hacer compañía a los viajeros.
 
 
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